Por Dr.Elmer Huerta
ENE 31, 2021.La semana pasada, informamos que la variante B.1.351 del SARS-CoV-2, identificada
en Sudáfrica, había demostrado en experimentos del Instituto Nacional de Enfermedades
Comunicables de ese país que era capaz de escapar a la actividad neutralizante de anticuerpos
producidos contra las cepas originales del virus. Ahora, un reciente reporte de la eficacia de la
candidata a vacuna del laboratorio Novavax confirma esa sospecha. El producto fue menos eficaz
contra la variedad sudafricana.
Por otro lado, un artículo publicado en “The Lancet” el 27 de enero describe el caso de la severa
segunda ola de COVID-19 en Manaos que, tras tener a 76% de sus pobladores infectados en la
primera ola, pensó que podía estar libre de la segunda.
Los investigadores postulan que es posible que la nueva variante P.1, identificada primero en Brasil,
sea causante de reinfecciones en la población, lo cual echaría por tierra la posibilidad de protección
de la manada.
Estos dos sucesos (resistencia a vacunas y posibles reinfecciones) obligan a replantear la lucha
contra la enfermedad y desarrollar nuevas estrategias para impedir que se formen nuevas variantes.
—El caso de Novavax—
Esa candidata a vacuna usa la misma tecnología que se utiliza en la vacuna contra la hepatitis B, el
virus papiloma humano y algunas vacunas contra la gripe. Se empieza aislando el gen del coronavirus
que codifica la proteína de la espiga, gen que es introducido en un virus llamado báculo virus. Luego,
se deja que este infecte a células de polilla, para que estas –siguiendo las instrucciones del gen–
empiecen a producir las proteínas de espigas, las que son aisladas y agrupadas en nanopartículas.
Posteriormente, esas nanopartículas, que contienen las proteínas de las espigas del virus, son
mezcladas con la resina derivada del árbol quillay (de Chile), que es un potente estimulante del
sistema de defensa.
Los resultados preliminares del estudio de fase 3 fueron dados a conocer el 28 de enero pasado, y en
él se describen, por separado, la experiencia con 15.000 voluntarios en el Reino Unido y con 4.400
en Sudáfrica. El estudio inglés demostró una eficacia de 96% contra la versión original del
coronavirus, pero de 86% contra la variedad B.1.1.7 descubierta en ese país.
En tanto, los resultados en Sudáfrica fueron completamente diferentes. El estudio en ese país
incluyó a personas positivas al VIH, y en ellos la eficacia de la vacuna fue de 49%, mientras que en los
voluntarios negativos fue de 60%. Esa enorme diferencia entre el estudio británico y sudafricano
sería debido a que el 90% de los casos de COVID-19 en ese país son causados por la variante
sudafricana, la que –como se insinuó en el experimento del Instituto Nacional de Enfermedades
Comunicables– burlaría la acción de la vacuna.
Por otro lado, los resultados del estudio de fase 3 de la vacuna de Johnson & Johnson mostraron la
misma tendencia, una eficacia de 72% en Estados Unidos, 66% en América Latina y 57% en Sudáfrica.
En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el viernes 29 de enero, el doctor Anthony Fauci dijo
que ese dato era muy preocupante y debería poner en alerta a los fabricantes de vacunas para que
determinen si sus vacunas funcionan contra las variantes.
De comprobarse que el virus muta constantemente y que burla a las vacunas, quizá –como en el
caso de la gripe estacional– nos tengamos que vacunar cada año, con vacunas diferentes.
—El caso de Manaos—
El caso de Manaos pone en el tapete el rol de las nuevas variantes en las reinfecciones. Un estudio
de donantes de sangre en octubre del 2020 reveló que el 76% de donantes tenía anticuerpos contra
el SARS-CoV-2, lo cual indicaba una infección pasada.
Después de haber sufrido una severa epidemia, la que llegó a su punto máximo a fines de abril, las
hospitalizaciones se mantuvieron bastante bajas, a pesar de haberse relajado las medidas de control
de la infección.
Hasta que la enfermedad reapareció con furia. Al respecto, del 1 al 19 de enero del 2021 se
produjeron 3.431 hospitalizaciones, comparadas con solo 552 del 1 al 19 de diciembre.
Los autores esbozan cuatro posibles razones para explicar esa brusca reaparición de casos en una
ciudad que se pensaba había ya alcanzado la protección del rebaño.
La primera es que pudo haberse sobreestimado la tasa de ataque del SARS-CoV-2 durante la primera
ola y, por tanto, nunca se llegó a ese 76%. La segunda es que la inmunidad contra el coronavirus
haya comenzado a disminuir en la población a partir de diciembre del 2020, lo que la volvió
susceptible a una segunda infección. La tercera es que las nuevas variedades del SARS-CoV-2
–B.1.1.7 o británica, B.1.351 o sudafricana y P.1 o brasileña– podrían evadir la inmunidad generada
en respuesta a una infección previa. De esas, dos (B.1.1.7 y P.1) circulan en Brasil. La cuarta es que
las variantes de SARS-CoV-2 que circulan en la segunda ola podrían ser mucho más contagiosas que
las variedades preexistentes en Manaos.
Sin duda, esas mismas consideraciones pueden estar ocurriendo en Iquitos, que luego de alcanzar
una prevalencia de más de 70%, se encuentra ahora con todas sus camas de cuidados intensivas
ocupadas.
—Corolario—
Sin duda, las variantes cambiarán la estrategia de lucha contra la pandemia. No solo se tendrán
reinfecciones y necesidad de cambiar las vacunas anualmente, sino que deberán reforzarse los
esfuerzos de vacunar cuanto antes a la mayor parte de la población. Sin infecciones, no hay
mutaciones; sin mutaciones, no aparecen variantes.